Hasta Huesca me ha llevado Ankabri, no podía decirle que no, hemos coincidido pocas veces en un mismo local, así que no podía faltar a esta cita. Así que hasta allá fuimos a pasar un día bonito por una villa que me recordó mucho a mi querida Santillana del mar. Os dejo
aquí el enlace de la villa para que le echéis un vistazo pues merece la pena.
Llamamos para reservar, éramos 5, y no tenían una mesa, con lo que tuvimos que conformarnos con estar en dos mesas separadas, aunque luego al lado nuestro había dos parejas en dos mesas cuadradas, que si las hubieran juntado estaríamos los 5 en ella pero en fin, eso era pedir demasiado.
La carta es muy original, tienen dos menús, uno que es un degustación largo, y el otro donde eliges el segundo plato. Ambos menús comparten los aperitivos.
Dado que la noche anterior había sido fuerte en cena, licores y demás, optamos por comer el menú corto, aunque nos quedamos con muchas ganas de tomar el largo, pero nuestro estómago no podía más.
Menú largo llamado
Piedras:
Menú corto llamado
Tierra (el que pedimos):
Y empieza la fiesta, nada más sentarnos nos sirven agua y nos traen el primer cocktail
Nada:
Un plato con una cuchara, que si no te fijas bien parece que no tiene nada, lo metes en la boca y está impregnada de cítrico, muy agradable y limpia la boca para seguir con la fiesta.
Nos traen el
Vermutman-flash junto con la el siguiente entrante de aperitivos llamados
Paisajes de Sobrarbe, consistente en
Olivas y Bolsitas comestibles.
El vermuth en un flash bastante agradable aunque demasiado amargo,
las olivas presentadas en un cristal y servidas desde un bote que tiene el camarero en el gueridón, bastante agradables, unas escerificaciones de olivas que explotan en la boca, ricas de verdad, también a su lado nos ponen un arbolito con unas Olivas colgadas, rellenas de crema, sabrosas.
Y viene el camarero con una vara, colgando de ella unas bolsitas, las que también tienen en el gueridon y acaba de enganchar. Nos cuenta que quieren rememorar a la matanza y el acto de colgar en los secaderos las morcillas y chorizos, dentro de las bolsitas arroz inflado con ese toque de matanza y sabor final a morcilla. La puesta en escena sin lugar a dudas espectacular.
El siguiente plato que termina con el apartado de
Paisajes de Sobrarbe es
Gusanitos de azulete y fresas, colgados en una abeto, como si fueran unos capullos, dentro de algodón de azúcar una crema de queso azul con fresas, la verdad muy original pero excesivamente dulce y el queso azul absorviendo los demás sabores.
En este momento llega la maître y nos pregunta que menú elegimos, pedimos y preguntamos por la carta de vinos, nos la acerca... La verdad que esperaba algo más en este apartado, tenían con el menú unos cuantos vinos recomendados pero no me hacían tilín. Al cabo de un rato viene otro camarero, bastante majo, le pido el vino, y no tenía. No pasa nada, es lo que suele suceder al tener una carta difícil de cambiar, pido otro y tampoco tiene, empiezo a mosquearme bastante, y por tercera vez que elijo (Erre punto de Remirez de Ganuza) tampoco. Iba eligiendo vinos que me apetecían (como el cojón de gato que tampoco tenían) y de precio ajustado puesto que me imaginaba nos iban a invitar los amigos de Ankabri. Os cuento esto porque al ser la tercera vez que pedía y veía que atinaba con las no existencias le digo que me recomiende uno, y el va y me ofrece Fagus de Coto de Hayas, 30 € de venta, creo que tuvo mal ojo, así que me atrevo por cuarta vez y pido Baltasar Gracián Cepas Vellas a 17 € y tampoco tenían. Increíble para qué narices tienen carta de vinos. Al final me decanto por un Enate Cabernet - Merlot, y me dice que sólo le queda una botella, a lo que contesté que será más que suficiente, aunque seamos 4 a beber, pero como dije el estómago no estaba para muchas fiestas. Encima el vino no estaba a la altura añada 2009, este no es un vino que envejezca bien, pero como para cambiarlo.
Seguimos intentando olvidar el tema del vino aunque os podéis imaginar el cachondeo que llevábamos.
Nos traen lo que llaman
Trucha del Cinca: Viaje por el mundo: Perú - México - Japón.
Ponen un mapa mundi en la mesa
y nos distribuyen unas cucharillas cuya base es la trucha encima de la región antes nombradas. La verdad que estaban muy ricas, y una vez más esa puesta en escena muy original.
Seguimos con el apartado llamado
La Magia de Huesca... "El cielo y la Tierra". El camarero, supersimpático, nos intenta hacer un pequeño truco de magia, con un stress encima terrible, pues entre dos camareros atienden a unos 30 comensales y con este tipo de servicio ni de coña dan a basto. Nos presentan una teja, pero de tejado, no de esas de almendras para comer, y sobre ella un queso, la verdad muy sabroso, y en el vasito que veis en la foto, es donde el camarero echó la magia, una especie de aceite. En verdad apetitoso.
Hay que seguir y viene el apartado:
Trufa... Patatas a la brasa - mantequilla trufada.
Unas patatas asadas, casi frías sin misterio y una pequeña lata de conservas con mantequilla de trufa en su interior, aunque la trufa totalmente ausente, plato soso donde los halla, eso si, presentado sobre un metraquilato, y debajo de ello te ponen una pda, con la imagen de unas brasas, bonito, original, pero prefería mas calor en las patatas, más trufa en la mantequilla y menos pda.
Y pasamos a
El Invierno: Km0 legumbres olvidadas: Judía verdeña de Eripol, con col de indiana, contrastes de matanza.
Plato donde vienen presentadas las verduras y la pequeña matanza, y sobre ello añaden un caldo, rico en verdad, todo un acierto. El chorizo sublime.
A partir de aquí ya son los platos que pida cada uno.
Unos se pidieron:
La paloma mensajera: Piñón de Araiz con arroz cremoso de colmenillas.
Un pichón presentado muy bien con el arroz en su punto, y a parte nos traen unos sobres, como si fuera una carta de correos (se me olvidó hacer foto) y dento de ellos vienen las pechugas. Rico y original de verdad. Pero una vez más el camarero tiene que abrir el sobre, se traba, el stress se acentúa, entra a cocina a por unas tijeras corta el sobre.... ala todo el jugo encima de la chaqueta. En fin....
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Las pechugas que venían dentro del sobre |
Otros se decantaron por:
De los pastos de Sobrarbe; Cordero en dos cocciones, baja temperatura y asado con las patatas que se vuelven trufas.
Bien asado, rico, sabroso, pero bajo de temperatura, y las patatas las mismas de antes, y la trufa pues también la misma de antes.... Por lo demás bastante apetecible.
y el otro se animó con
bacalao confitado, liliáceas, pasas y piñones. Sin misterio, un bacalao bien desalado pero bastante deslavado.
Momento postre:
Tabla de quesos de los Pirineos, miel de "Casa Montalbán", garrapiñados y jalea silvestre de "La Marmita" de Aguilar.
4 tipos de quesos, ricos, estaban bien, la miel normalita y la jalea espectacular, para quitarse el sombrero,
que pena no me quedase más vino, pero como para elegir otra botella.
También se pidió:
Torrija de pan de pueblo caramelizada, helado cremoso, semi-sorbete de frambuesa silvestres, gel de frutos rojos y chocolate.
Estaba rico, la torrija suficientemente borracha, los sorbetes cremosos en su punto, sin pizca de hielo, el chocolate normalito, un hilo que esta muy frío y pegado al plato, por lo demás aceptable.
Más postres:
"Cuando rebaño oigo el rebaño";
dulce de leche, helado de leche de oveja, espuma de yogur de Fonz, nueces y azúcar.
Original una vez más. Presentan el plato, una gran bola de algodón de azúcar, el camarero, coje una cuchara y pega en el plato y parece que suena al campano que llevan los animales por el campo, y por eso lo de cuando oigo el rebaño, entonces toca rebañar el plato. Los ingredientes ricos y la fusión de sabores muy agradable.
Café para olvidar, bastante malo, nos pusieron unos buñuelos de chocolate ricos, y un moscatel para acompañarlo realmente malo, mejor no poner nada.
Como detalle pedimos un café con gotas (Whisky) y le trajeron con ellas servidas, mal detalle.
Vamos a intentar resumir. No os puedo decir el precio, puesto que Ankabri acertó y nos invitaron. Una buena cocina, faltaban puntos en la temperatura de los plato, y algún que otro pequeño detalle. Pero esa cocina no es para que nos atiendan dos camareros. Encima casi sin medios, de echo sólo tenían un posible gueridón y muchas veces cuando salía uno de ellos a la sala estaba ocupado y el hombre juraba en ebreo, pues no tenía donde apoyar los platos y bandeja. No iba para nada acompañado el servicio, y ojo, que eran super amables, simpáticos y serviciales, pero no daban a basto. Muy mal en eses apartado.
Y otra cosa, el suelo es de piedra, pero como si filtrara el agua, y resbalada terriblemente, yo estuve a punto de caerme dos veces, una vergüenza.
Mucha cocina, poco servicio, mucha puesta en escena pero falta de actores, mucho ruido y pocas nueces. Podía ser un templo gastronómico pero les queda mucho para conseguirlo.
En fin, si algún día volvemos ya os contaremos a ver si ha contratado más camareros.