Con las religiones hemos topado
Eran las cuatro y algo de la tarde. Acababa de comer unos mejillones en vinagreta que me habían gustado mucho y antes de subir a casa me senté a fumar sentado en un banco en la calle Burgos para aprovechar el solecito vespertino.
Esta vez no me pilló por sorpresa, la vi venir desde distancia suficiente como para prevenirme. La señora me tendió con el por mi tan conocido gesto brusco un panfletillo en el que destacaba un amenazador “¿Cuáles son tus problemas?”, seguido por unas casillas para colocar la consabida cruz ante palabras en mayúscula como “inseguridad”, “ira”, “angustia”… y que terminaba con un “Jesús te salvará”.
La contesté apartando el papel que yo no tenía el menor problema de esos, a lo que repuso que no PODÍA rechazar a Jesucristo. Respondí que yo era bastante ateo con un poquitín de sorna. Ella se irguió sobre sus talones, levantó el brazo derecho con el índice de la mano apuntando sin querer a una gaviota que volaba sobre la plaza indiferente al sic anatema que me cayó acto seguido y casi me gritó: “¡AY DE AQUÉL…!, ¡¡¡AY DE AQUÉL!!!...”. No la di tiempo a más. La miré fijamente y respondí. “Tenga cuidado, señora. La va a dar algo malo”.
Mi enemiga habitual se giró gruñendo y se alejó refunfuñando en busca de otro incauto descreído al que salvar. Espero que no me olvide y no me moleste más, aunque…
En efecto. A pesar de mi comportamiento un poco burlesco pero firme nada ni nadie me pueden asegurar que mis momentos públicos de lectura o simple relax sean interrumpidos por esa dama sectaria –van cuatro veces- y su enigmática, silenciosa distante e inexpresiva acompañante; de forma más o menos (generalmente menos) amable para intentar convencerme de las bondades de su manera de charlar con un tipo que dicen lo creó todo ésto (ya le vale…), con apelaciones su infinito amor o amenazas con los fuegos a los que me va a condenar eternamente –¡joder con el infinitamente amoroso!- si prescindo de decirle que le quiero mucho continuamente y que seguiré sus mandatos (?) con absoluta fidelidad perruna.
Cuando tengo este tipo de encuentros, que es demasiado frecuentemente, siempre recuerdo la respuesta que dio a dos mormones mi tío Paco el ferroviario: “Pero, ¡si no creo en la buena!”, que debió dejar bastante confusos a sus interlocutores yankees cuando comenzó el proselitismo a domicilio y/o callejero por parte de las sectas cristianas. Y es que uno ya está un poco harto.
Soy ateo desde que tengo uso de razón, es decir, desde que me dio por reflexionar por cuestiones vitales y filosóficas y no pude menos que asumir que es imposible ese aserto de ovejas y pastores que te inculcan tipos vestidos de mujer desde la más tierna infancia. Puedo asegurar que existirían ovejas sin pastores, pero, ¿pastores sin ovejas?. Ese es el truco: las ovejas pueden vivir a su aire, solitas; pero, ¿puede un pastor no tener rebaño?, ¿para qué serviría?. Mientras haya clientes, el negocio marcha.
Mi precocidad en el ateísmo se vio muy bien auxiliada por mi formación en un colegio de religiosos, y porque parte de la familia que me tocó eran bastante talibanes del catolicismo integrista. Aun así, no fue fácil, y piqué en aquella juventud en muchas de las religiones en activo que pude encontrar, y en alguna que otra en desuso, con cierta curiosidad cada día más ajena a mi pensamiento; para llegar a la única conclusión lógica: ¿Dioses?. ¡Venga ya!. (*)
Me hago viejo muy deprisa, mi carácter se avinagra y ya no me gusta tomar con el consabido cachondeo más o menos respetuoso las discusiones religiosas que ocurren a veces a mi alrededor y que me hicieron muy popular en ciertos ámbitos filosofico-tabernarios en otros tiempos.
Incluso recuerdo una lejana y lluviosa tarde de invierno cuando dejé pasar a mi propia casa a dos señoras representantes de los afamados Testigos de Jeovah – visiblemente asombradas por el hecho del asilo y posibilidad de proselitismo-, que salieron poco después solicitándome que pudiesen venir a debatir conmigo hermanos más preparados (sic) más adelante.
Así sucedió un par de semanas después: llegaron dos jóvenes caballeros bien trajeados y armados de biblias y documentos. Yo tenía un ejemplar de la Biblia que he extraviado en alguna de mis mudanzas forzosas y, en el debate, nos dimos cuenta que los textos de la suya y la mía no coincidian. “Ésta está escrita por Dios”, me dijo uno levantando la que portaba. “¿Crée que ésta la he escrito yo?”, le respondí señalando la mía. No estábamos de acuerdo ni en las bases.
Más recientemente recuerdo la divertida (para mi y algunos de los testigos) controversia que tuve en un conocido local de ocio con una joven (para mi casi todas lo son) que aseguraba ser abogada en ejercicio y “muy aficionada a los estudios teológicos”. Yo comencé explicándola que, por mi parte, era muy aficionado a los estudios unicorniológicos, pues no tenía duda que el autor de todo lo conocido era un unicornio hembra invisible y de color rosa (**). Luego seguimos hablando un buen rato.
Espero no tenerla nunca en contra en un tribunal y me cuidaré mucho de tenerla a favor. Se que me odia desde aquella tarde.
Y es que es evidente que las religiones monoteístas carecen de sentido del humor, de capacidad de debate y les sobra dogmatismo por todas sus aristas. Pero es que la religión monoteísta es puro dogma, se ponga como se ponga el papa emérito Benito XVI, al que numerosos (y muy interesados aduladores) personajes confirman como inteligentísimo, cuando es un pseudo-intelectual que acusa de tramposos a filósofos ateos actuales de los que no puede señalar las presuntas “trampas” intelectuales que dice usan y con los que rehusa debatir (***).
Y conste que me parece muy bien que cada uno crea en lo que le de la real gana, sobre todo si eso le ayuda a ser mejor persona y le sirve de consuelo en los problemas vitales. Pero, aunque comprenda su bondadoso impulso de extender por el mundo su felicidad, ¿no se da cuenta de que es una pesada molestia soportar discursos que no han sido solicitados?.
Señora sudamericana que me ha escogido para “salvarme”: se que jamás leerá esto, aún así la recomiendo desde aquí que abandone su hosca actitud y que no interrumpa lecturas ajenas con las suyas propias. Piense que es muy probable que, aunque la parezca imposible, su discurso aburra y moleste a los que no nos movemos en teorías de premios y castigos eternos en otras más que improbables vidas.
Y, sobre todo, la aconsejo que si quiere que la hagan algo de caso deje de amenazar con poses bíblicas a los que rechazan sus creencias y deje de pretender evangelizar a martillazos. Sin la ayuda de la Guardia Civil como en los viejos tiempos no suele funcionar.
(*) Cuando alguien es incapaz de entender que se puede vivir sin creer en dios alguno, suelo preguntarle si él cree en Alláh el Misericordioso, en Manitú el de las Eternas Praderas, en Odín, en Shiva el Destructor… Cuando me canso de escuchar sus negativas, le digo siempre: “¿Ves?, yo solo creo en un dios menos que tú”.
(**) Otras veces afirmo que el “creador” es un caracol de la huerta de mi pariente Manolón. Según tenga el día. (Ambos personajes, hombre y caracol, son ficticios).
(**) Esto es más o menos normal. Hay que tener en cuenta que, según él mismo, habla directamente con dios, así que, ¿por qué debatir con un simple humano?.
By Nacho Solar o8/10/3013
. COMO DESARROLLAR INTELIGENCIA ESPIRITUAL
ResponderEliminarEN LA CONDUCCION DIARIA
Cada señalización luminosa es un acto de conciencia
Ejemplo:
Ceder el paso a un peatón.
Ceder el paso a un vehículo en su incorporación.
Poner un intermitente
Cada vez que cedes el paso a un peatón
o persona en la conducción estas haciendo un acto de conciencia.
Imagina los que te pierdes en cada trayecto del día.
Trabaja tu inteligencia para desarrollar conciencia.
Atentamente:
Joaquin Gorreta 55 años
Joaquín muy interesante tu aporte, muchísimas gracias por tu tiempo
ResponderEliminar¡Que risas me he echado! Sobre todo con lo de que al fin y al cabo , el solo creía en un Dios menos que el otro.
ResponderEliminarA mí me tienen frito...Subo andando a por el coche por Vía Cornelia , y bajan en parejas , distanciadas entre sí por decenas de metros. No falla , te " atacan " una de cada tres. Al principio , les decía que no muy cortésmente. Después me cambiaba de acera cuando les divisaba de lejos, , e incluso durante una temporada me lo tomaba con humor si tenía tiempo. Les dejaba hablar un minuto , y luego les interrumpía preguntándoles si Dios era todopoderoso.. Cuando me respondían que sí , les hacía otra pregunta : ¿Puede entonces tu Dios fabricar algo de la nada lo suficientemente grande y pesado que ni El mismo pueda levantarlo ? Luego arqueaba las cejas y ladeaba un poco la cabeza , mirándoles con descaro , como esperando una respuesta , y me marchaba partiéndome de la risa por dentro , pensando en el mosqueo con la preguntita de las narices.(la escuché en un episodio de Bones )...ahora no les dejo ni terminar la frase : les miro con malaostia y ...
- Hola , Buenos dí..¡¡¡NI TE ATREVAS !!! y acto seguido miro de frente de nuevo..
El Inefable Recu
Un saludo anómino, gracias por dejarnos tu opinión
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